Del evangelio de san Marcos 16,15-20

 

Conclusión del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.” Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

 

 

RESPUESTA A LA PALABRA

La Ascensión del Señor, no sólo es el triunfo
de la carne glorificada y ahora entronizada en el corazón de la Trinidad,
sino también la encomienda de la misión del Señor
a los apóstoles, de testificar la nueva situación de la humanidad,
redimida por Jesús, y llamada a compartir con Él la Gloria de Dios.

Jesús, culmina su misión con ellos,
haciéndoles conscientes de la misión para la que han sido llamados.
Con la fuerza del Espíritu Santo, deben olvidarse de ellos mismos
e ir a todas las gentes para entregarles lo que ellos ya han recibido.

También para nosotros, que hemos recibido,
como los Apóstoles la obra del Señor,
ha recaído esa misma misión.

También a nosotros se nos dice:

 “Qué hacéis ahí mirando al cielo?.

No estriba sólo en creer en Jesús.
Es preciso, si esa fe es auténtica,
trasmitirla a otros hasta que el círculo  se cierre
y se cumpla lo que san Pablo dice en su carta a los Filipenses:

“Por su entrega, Dios lo levantó sobre todo y le dio el Nombre-todo-nombre; ante el cual se doblará toda rodilla en el cielo, en la tierra, en el abismo, y todo lengua proclame: Jesús es el Señor  para gloria de Dios Padre”.

La obra del Señor culminará cuando todos los hombres
lleguen a conocer su Nombre.

La misión recibida por los apóstoles es imposible
que la lleven a cabo por ellos mismos.
Es una misión inmensa, que supera las fuerzas humanas.
Jesús les ha dicho:

“Id por todo el mundo proclamando la buena noticia a toda la humanidad”.

Jesús confía a un pequeño grupo de hombres insignificantes
adentrarse en el Imperio Romano,
sin más fuerza humana que su palabra.

Pero las palabras de Jesús indican un proyecto más que humano.
Un proyecto que nace de Dios y que Dios,
por medio de unos hombres, llevará a cabo.

Parecía verdaderamente audaz pensar en un proyecto como éste
y sin embargo, la misión se ha realizado.

La misión que los apóstoles iniciaron,
la continuaron otros y otros, hasta llegar a nuestros días,
en los que otros,
creyendo que la misión es sobre todo de Dios,
la han asumido y la llevan a cabo con la fuerza de Éste.

No deberíamos olvidar que cada uno de nosotros,
cuando fuimos bautizados,
recibimos una parte de esta misión pastoral,
cada uno en la medida del don de Cristo,
y que en la Confirmación recibimos del Espíritu Santo,
para que con su fuerza la llevemos a cabo.

Dentro de una semana celebraremos la fiesta de Pentecostés.
Pidamos que nos dé sus dones, para que en cada uno de nosotros
se hagan realidad sus frutos.