La vida no es un juego en un tiempo casual.
Merece la pena vivir en la verdad,
alejados de toda ensoñación y engaño.
Vale vivir rescatando el sentido último
de nuestras luchas y fatigas
por devolver la verdad a nuestro mundo
quebrado por el amor propio.
Necesitamos retomar la verdad
del ser humano
anclado en la eternidad
para alejar de nosotros
la vaciedad del tiempo y
las falsas ambiciones
que desplazan de nuestro horizonte
la eternidad
La vida que se gesta en la verdad
supone una lucha esforzada
llevada a cabo sin titubeos y
palabras falaces
sobre futuros halagüeños a corto plazo.
Hoy hay quienes opinan
que no merece la pena vivir
si se construye  la verdad
sobre engaños sombríos y sueños pueriles.
Quienes aceptan el reto
de una vida consecuente
en realidad son unos valientes.
Vivir a contracorriente
de una cultura sin alma
se ha convertido en una hazaña.