Los nenúfares ya florecidos se abren decididos como queriendo escapar de las aguas verdosas del estanque.
En su color percibo lo que mi corazón desea y en su movimiento pausado recuerdo lo que el hermano Andrés me dijera un día en el que llegue al monasterio agobiado más que otras veces: “-no pierdas tus días tratando de conseguir lo imposible.
En la tierra no hay lugar alguno a donde puedas huir dejando atrás tus preocupaciones cuando éstas ya han hecho nido en tu corazón.
Del nenúfar no ves las raíces alejadas que lo sustentan tú puedes ver la raigambre de vida oculta en tu corazón
Las raíces del nenúfar se alejan. Las nuestras son inseparables
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