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Queridos amigos

Damos comienzo al tiempo litúrgico de la Cuaresma como camino que nos lleva a la “Hora”, en la que Jesús restaure el corazón de todo hombre, y pueda sentirse verdadero hijo de Dios, y en consecuencia hermano de sus hermanos.

Entiendo que mucha gente, llevada por su deseo de independencia y autorrealización, hayan expulsado a Dios de sus vidas y se hayan erigido así mismos en diosecillos por un tiempo: “No dependo de nada ni de nadie, soy yo el centro, el principio de mí mismo y por lo tanto con mi muerte acabará todo”.

Lo que no llego a entender es que los cristianos, que sabemos que nuestra vida está relacionada con Dios, Amor de todo amor, que haciéndose hombre como nosotros para salvarnos de nosotros mismos, de ese mal amor que nos cierra y nos aleja de los demás, actuemos como ellos.

Jesús viene a recordarnos lo que con tanta facilidad olvidamos. “Convertíos” “Volved” “Que vuestro corazón vuelva a su amor primero”. No viene el Señor a reprocharnos nada, sí a quitar de nuestro corazón lo que le impide caminar.

La oración y la austeridad son medios preciosos para este “tiempo de gracia”, como lo llama san Pablo.

Hermanos: Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. (5,20,6,2)

Que la palabra del Señor roture nuestro corazón y lo abra a la verdad de su amor.

 

 Del evangelio de San Mateo (6,6)

“Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará”.

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Es verdad, Señor, que el Padre nos espera
en el silencio de nuestras entrañas vivas,
pero no es menos cierto que
el camino que conduce hasta Él es harto difícil,
acostumbrados como estamos a vivir
en la superficie de las cosas,
en el consumo sucesivo de sensaciones gratas.

Sin embargo, no hay otra vía que el retorno
a nuestros adentros
para conocerte y amarte.

Ahí, en nuestro “más profundo centro”, nos esperas.

Señor, cuando comenzamos este Camino Cuaresmal
te pedimos tu Espíritu,
que como a Ti,
nos conduzca al desierto de nuestro corazón,
expulse nuestros demonios personales
y nos desvele, en toda su bondad, al Padre.