Miércoles de Ceniza
Comenzamos la Cuaresma y san Pablo
nos recuerda que si en todo momento
debemos vivir vueltos al Señor,
no siempre es así,
alejándonos de Él y viviendo
para nosotros mismos,
por todo ello nos invita
a “Volvernos a Él, a regresar al Señor”.
No en vano convertirse significa
volver a ese punto del que nos alejamos.
En nuestro caso a Dios
al que le dimos la espalda
para vivir nuestra suerte sin dependencias.
La Iglesia nos propone para hacer
el camino cuaresmal
la lectura contemplativa
de las Escrituras Santas, la Oración y la Limosna.
Seguimos al Autillo para ver como Él las contempla.
Del evangelio de San Mateo (6,6)
“Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento,
cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido,
y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará”.
RESPUESTA A LA PALABRA
Es verdad, Señor, que el Padre nos espera
en el silencio de nuestras entrañas vivas,
pero no es menos cierto que
el camino que conduce hasta Él es harto difícil,
acostumbrados como estamos a vivir
en la superficie de las cosas,
en el consumo sucesivo de sensaciones gratas.
Sin embargo, no hay otra vía que el retorno
a nuestros adentros
para conocerle y amarle sobre todas las cosas.
Ahí, en nuestro “más profundo centro”, nos espera.
Señor, cuando comenzamos este Camino Cuaresmal,
te pedimos tu Espíritu,
que como a Ti,
nos conduzca al desierto de nuestro corazón,
expulse nuestros demonios personales
y nos desvele toda la bondad al Padre.
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