Del profeta Jeremías 23,5-8

“Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: “El-Señor-nuestra-justicia”. Por eso, mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que no se dirá: “Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto”, sino que se dirá: “Vive el Señor, que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países adonde los expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos.”.

 

RESPUSTA A LA PALABRA

La Historia de los hombres es una continua contradicción.
Decimos, y es cierto, que somos el animal
que tropieza dos, y más veces, en la misma piedra,
y que advertidos por experiencias previas frustrantes
no por ello corregimos el camino convencional.

No escarmienta el hombre en cabeza ajena,
pero sí carga después con las consecuencias
de aquellas decisiones erradas tomadas sin discernimiento.

Por ello no sale del círculo mortal en el que se hunde
si no es sacado de él por una fuerza mayor
que la de su propio deseo de superación.
Esa Fuerza Mayor que no es otra que la del Amor de todo amor
que le precede y acompaña.

Israel pequeño se hizo grande
acompasando sus pasos al de su Dios.
Herido por el orgullo de sí,
se pierde en medio de un pueblo conquistador.
Pero su Dios que es fiel y le ama
le llamará de nuevo a ser pueblo libre y diferente.
Israel, se hace pueblo de Dios
después de ser arrancado de la esclavitud de Egipto y
de haberse asentado en la Tierra Prometida:

No concluye aquí la historia,
pues se olvidará de su Amor primero y

caerá otra vez en la esclavitud,
ahora de otro pueblo más fuerte.

Jeremías se siente impresionado al ver la fuerza del mal
que arrastra a los hombres de su pueblo.
El rey, sacerdotes y profetas han sucumbido
ante ese poder del mundo que promete seguridades
fundamentadas en mentiras.
El Pueblo se hunde en la vaciedad.

Pero su Señor, amor de todo amor, se acerca de nuevo y
el profeta les declara:

“Por eso, mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que no se dirá: Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto”, sino que se dirá: “Vive el Señor, que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países adonde los expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos.”

También son palabras para nuestro tiempo y para nosotros.
El Señor viene nos sacará de nuestra angosturas y
nos llevará, si nos dejamos,
a esa otra tierra de la amplitud y del amor que deseamos y
que nos negamos los unos a los otros.