“El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”
RESPUESTA A LA PALABRA
Comer en la misma mesa y beber de la misma copa es señal de sólida amistad, forma preciada de compartir vida y proyecto, pero la sorpresa salta cuando Jesús pasa de compartir el pan y repartir la copa a darse Él, hecho pan, para que su vida, su misma vida, corra por la de sus amigos y así sean verdaderamente uno.
No deja de ser una locura creer, y lo hacemos, porque Jesús con su entrega colma todo deseo de encuentro, haciendo realidad no sólo estar con el otro, sino en el otro, y así compartir la vida en su raíz.
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