Queridos hermanos:

Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene de qué vivir y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. (3.11-17)

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Amor, vida, felicidad…

El amor no es una palabra bonita
ni un sentimiento fácil.
El amor es el hacer de quien se sabe referido
y requerido por los otros.

No se puede vivir sin amar.

Quien no ama, dice San Juan,
permanece en la muerte
porque sólo el amor engendra vida.
Más aun, el que no ama mata
y como mala hierba envenena
la vida de la sociedad.

En esto hemos conocido el amor:
en que Él, Jesús, el Cristo,
dio su vida por nosotros.