Prendido a tu corazón camino                             
desde la más temprana edad.
Me he ido dejando hacer y decir
por las personas y acontecimientos
que has dispuesto a lo largo
de estos años transcurridos
desde que me diste la capacidad
para discernir mi camino
como expresión de tu designio de amor.

Cuan grande es mi agradecimiento y la acción de gracias
por una vida tan rica
como me has concedido,
en el claro-oscuro de la fe
Sé que debo estar contento por este amor
con el que me vivitas a rachas y
me abandonas tras algunas palabras
y muchos silencios,
en las encrucijada de los caminos llamado a recorrer.
Son ya muchos los años de andadura y
todavía no he aprendido a caminar solo.
Son tus manos  las que me llevan y
tu corazón el que me indica
el modo de apoyarme en ti.
Como el niño que nunca he dejado de ser
contemplo la vida venidera como regalo impreciso.
Setenta y ocho años es el prólogo escrito a cuatro manos
de una vida desmesurada.