Del evangelio de san Juan 15,9-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.”
RESPUESTA A LA PALABRA
Las palabras de Jesús son tremendamente importantes
para quienes sabemos algo del amor de Dios.
Sus palabras son reveladoras de la locura de un Dios,
que no sabe amar nada más que de una manera.
“Como el Padre me ha amado, del mismo modo,
con el mismo amor, así os he amado yo”.
¿Puede ser esto verdad?
Sí que lo es, aunque no lleguemos a comprenderlo,
porque nos supera sólo imaginar la intensidad
de esa presencia total, nacida del amor absoluto.
Porque el amor en Dios supone la presencia
de Quien ama en el Amado.
El amor del Señor a cada uno de nosotros
nos hace presentes en Él.
¿Cómo no alegrarnos con palabras tan hondas y elevadas?
Alegría que no nace en nosotros,
sino que nace en el corazón del mismo Señor,
y el motivo no es otro que el de podernos amar.
¿Llegaremos a darnos cuenta alguna vez de tamaño misterio?
Dios se alegra cuando me contempla,
me ama independientemente de mi respuesta
y quiere que me alegre con Él,
para que mi alegría llegue a la plenitud, como la suya.
Presumiblemente, para muchos, Dios está loco
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