Del evangelio de san Lucas 11,23

Jesús les dijo:
“El que no está conmigo está contra mí: el que no recoge desparrama”.

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Señor, una experiencia de cuando yo era niño
me ayuda a entender tu palabra.

Cuando, en agosto, después de la trilla
se aventaba la parva,
el grano amontonado,
para llevarlo a la cámara de casa,
se metía en sacos costaleros.

Como alguno estuviera mínimamente roto,
el grano se perdía por el camino
haciendo un reguero en el suelo.

Yo soy, Señor, ese saco en el que guardo tu vida,
que deposita tu amor.
Cuando mi vida se rompe
y no dejo que remiendes
los desgarrones existentes en ella,
tu amor se pierde en mi camino
y al final me encuentro vacío y falto de peso.

Señor, no dejes que mi vida se desparrame y se pierda.

 

De san Bernardo: “Hay que buscar la sabiduría”

En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría o de prudencia: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza y si de ella salen también palabras de edificación. En efecto, por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Y además, lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a si mismo: y así, lo que debe hacer en segundo lugar es ensalzar a Dios, y en tercer lugar (si a tanto llega la abundancia de su sabiduría) edificar al prójimo.