Del evangelio de san Lucas 1,38

María contestó:
“Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”

 

RESPUESTA A LA PALABRA

No es María la esclava a la que han arrancado su libertad.
Si así fuera no entenderíamos su amor.

La obediencia sin medida de María
nace no de lo que le quita Dios,
si no de lo que le otorga.

Dios la ha amado como a nadie
y ella, señora de sí,
desde la más absoluta libertad
se entrega al amor incondicional de su Amor.

 

De san Ambrosio, Obispo. “Abre tu boca a la palabra de Dios”

Está escrito: Abre tu boca a la palabra de Dios. Tú ábrela, que él habla.
Por esto, medita y habla siempre las cosas de Dios. Habla con prudencia, para evitar el pecado, no sea que caigas por tu mucho hablar. Habla en tu interior contigo mismo como quien juzga. Habla cuando vayas de camino, para que nunca dejes de hacerlo. Hablas por el camino si hablas en Cristo, porque Cristo es el camino. Por el camino, háblate a ti mismo, habla a Cristo. Atiende cómo tienes que hablarle: Quiero –dice– que los hombres recen en cualquier lugar alzando las manos limpias de iras y divisiones. Habla, oh hombre, cuando te acuestes, no sea que te sorprenda el sueño de la muerte. Atiende cómo debes hablar al acostarte: No daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados, hasta que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob.