Del evangelio de san Juan 12,24
Jesús les dijo: Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”.
RESPUESTA A LA PALABRA
Es indiscutible la afirmación de Jesús.
No es posible conservar un grano y
a la vez hacerlo fructificar.
Hay que elegir y, en la decisión, jugarse el futuro.
Ser para sí o ser para los otros.
El ejemplo está cargado de referencias vitales.
Cuando alguien decide vivir para sí,
se instala en su egoísmo y termina solo.
Se servirá de los demás,
pero estos quedarán fuera de su vida.
Si una pareja decide vivir para ella misma,
cerrará el camino a la vida de aquello
que pudieron ser sus hijos
y su amor se convertirá en un egoísmo a dos bandas.
Al final aparecerá el cansancio mutuo y la falta de horizonte.
Si un grupo lucha por salvar su “identidad”,
por alcanzar el ideal pensado para sí,
se agotará en el empeño por conseguirlo
y degenerará en luchas internas.
Sólo la entrega de sí, en todos los terrenos,
en todos los niveles,
nos salva de nosotros mismos
y nos convierte en vida para los demás.
Bendito seas Señor,
porque no sólo nos indicas el camino
de la auténtica realización,
o que también, con tu amor,
nos sostienes en las luchas de cada día.
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