Sobre la esperanza
El hombre nace y se hace y por ello siempre está abierto a un más allá, para que realice desde su libertad los dones con los que ha nacido y está llamado a desempeñar. Su vivir no es casual. Desde que tiene uso de razón debe descubrir y llevar a cabo el designio que le fue otorgado el mismo día en el que fue llamado a la vida y en su realización alcance su plenitud. No nos sirve a los cristianos cualquier tipo de esperanza. Nuestra espera está precedida por la espera que Dios cultiva con respecto a nosotros por lo que no podemos dejarlo olvidado.
El pensar en ello, el Autillo me ha sugerido algo muy interesante.
Si falta Dios, falta la esperanza.
Despierta. Recuerda que Dios viene. No ayer, no mañana, sino hoy, ahora.
Nuestra esperanza , está precedida por la espera que Dios cultiva con respecto a cada uno de nosotros.
La llamada de la Iglesia en medio de las múltiples acechanzas que amenazan su santidad y la empecata, nos invita a detenernos, en silencio para acoger los gestos que nos dirige y siembra en el corazón.
Si Él está presente podemos seguir esperando incluso cuando los demás ya no pueden asegurarnos ningún apoyo y el tiempo se llene de dificultades.
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