Del evangelio de san Marcos 4, 1 ss.

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno. » Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga. »  

RESPUESTA A LA PALABRA

Cuando Jesús se dispone a explicar la realidad del Reino de Dios no lo hace con razonamientos sesudos aptos para unos pocos, sino que elige el lenguaje de las parábolas, que reproduce una experiencia general que todo el mundo comparte y que permite acercarse más fácilmente a la verdad

Lo cierto es que algunas nos pueden desconcertar en un primer momento, por ejemplo la que hoy nos propone el evangelista san Marcos. ¿Cuál es el sentido de esta parábola? Porque parece que al sembrador poco le importa que la semilla se pierda y el trabajo realizado no tenga su compensación. Sin embargo, no debemos fijar nuestra atención en esa semilla que se pierde, sino en las que son producidas por aquéllas que son acogidas por la tierra preparada.

La parábola no puede ser más sugerente en cuanto describe a través de los distintos terrenos las actitudes personales de quienes reciben la palabra, a la vez que es tremendamente positiva, porque el fruto final de la siembra supera con creces el fracaso del comienzo.

El mensaje de esta parábola nos llega en un momento muy oportuno. Cuando el escepticismo nos invade por la orientación secularista que está tomando nuestra sociedad, que dificulta la siembra de valores esenciales para el hombre, el Evangelio nos dice, para afianzar nuestra esperanza ante cualquier fracaso o resistencia, que de unos comienzos poco halagüeños Dios puede sacar un buen final. Él, que es fiel, cumplirá su palabra. Él nos ha prometido que estará siempre con nosotros hasta el final de los tiempos