Del evangelio de san Mateo 15,27

La mujer le dijo:
“Tienes razón, Señor,; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”

 

Oración

Todo el Evangelio está revestido
de una belleza humilde que seduce
a quienes nos acercamos a él sin prejuicios.
Sus ecos nos llegan removiendo en nosotros
sentimientos siempre nuevos,
despertando interrogantes, sugiriendo vida.

 

Señor, que fuerte resulta tu diálogo
con esta mujer angustiada por la enfermedad de su hija
y qué ternura la de esta madre
que no se siente rechazada por tus palabras
sino que las usa como arma
para argumentar su petición hasta convencerte.

 

Aquella mujer, Señor,
vio tus razones,
pero también descubrió
que para ti no vale otra razón que la del corazón
y el tuyo sobrepasaba toda medida;
Señor, ¿no es verdad que en él contemplas
a todos los pequeños,
que con mirada semejante a la de los cachorrillos de perro,
esperan la caricia de tu amor?

 

Señor, tu magnanimidad ha hecho que tu mesa
se extienda hasta llegar a todos
y tu vida nos sane a todos.

 

Gracias, porque el testimonio de esta mujer pagana
refuerza nuestra confianza en ti y
nos llena de alegría verla argumentar
utilizando tu generosidad.