Del evangelio de san Mateo 7, 6. 12-14

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos”.

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Las palabras de Jesús nos sitúan ante la inconsciencia,
en la que a veces vivimos instalados.
Buscamos ganar la vida y, en palabras de Jesús, la perdemos,
porque la buscamos allí donde no se encuentra y
con los medios contrarios a los precisos.

“No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos”.

Palabras fuertes, y que debemos entender en su radicalidad.
¿Qué hay más santo que la vida de Dios en la nuestra?
¿Qué mas triste que la vida de Dios arrojada a los perros y a los cerdos?

Jesús nos llama a la cordura.
Nos pide que abandonemos la ambigüedad
en la que muchas veces nos movemos.

Que no juguemos, como hombres necios,
con el don más preciado recibido:
La vida de amor, sembrada y germinada ya en nosotros.

¿La “Perla del Reino”, recibido como gracia,
la vamos a dejar en manos del Malo?.
San Pedro nos dice a su vez:

“Vigilad, estad atentos, que el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe.”