Un sentimiento
como de perro
apaleado por su dueño
que no sabe
por qué le pega
y del que no
se defiende
por fidelidad
se extendió
por todo su cuerpo.

Sus ojos mansos
extremadamente
abiertos
denotan desconcierto.

Tiembla en su interior y
de su interior asciende muda
una pregunta

¿Por qué me pega
si no he dejado de servirle?

 Muda la pregunta y
la respuesta muda.

Observado
sólo por la noche
percibe
la oquedad vaciada
de su adentro
por el hacer impuesto
a golpe de su amo.

Cabe
la espera
de otro tiempo
en el que
despierten
los colores
en los blancos
lienzos y
el silencio libere
la música de cuerda
que aguarda
en el corazón
de las estrellas.

Un respiro
se cuaja
en su garganta.

La nada
es vencida
por el Todo
que transforma
en poema
los sentimientos