Del libro del Génesis 49. 1-2. 8-10

 

En aquellos días y
en los días nuestros
golpea con fuerza
la llamada a contemplar
el Futuro ya iniciado y
la Vida que transcurre
imparable
desde el seno de la misma
hasta inundar
todo entresijo humano
limpiándolo de la herrumbre
producida por el mal-hacer
del Malo.

Una voz nos llega
desde arriba:
Parad un momento de correr
hacia ninguna parte y
mirad las promesas
cumplidas que hice
a vuestros padres.
Alegraos
porque el León de Judá
ha entregado el cetro
que recibiera graciosamente
hasta que el Rey de Reyes y
Príncipe de la Paz
estuviera entre nosotros
con un gobierno de amor.

¿Cuándo un mortal
hubiera podido pensar
que amor y vida
que corazón y vida
serían una misma cosa?

Han sido muchos los días
en los que os habéis
debatido
entre las sombras
de vuestra razón herida
por el orgullo
buscando quien era
el primero
sucumbiendo a la tentación
de creeros el mejor
mientras Mi corazón
silenciosamente
empujaba los tiempos
avivando
el rescoldo amortiguado
de mi amor en el vuestro.

Mirad y ved
que el centro generador
de humanidad auténtica
ya trabaja a favor vuestro y
ha sumergido
en el hondón del alma
como un flujo de luz
liberadora
para limpiarlo
de las escamas negras
que le tienen encorsetado.

Percibid
como retorna
vuestra sangre
en otro tiempo errante
a un corazón  seguro
acompasado
por los latidos de su origen
dormidos hasta hoy
en la consciente espera
de quien tenía que venir.