Adviento es mucho más que un Tiempo Litúrgico. Adviento es el tiempo, todo el tiempo, que el hombre tiene para crecer en humanidad. Si el amor es la raíz de la persona, y el amor se genera en el amor, ¿quién puede prescindir de la fuente del mismo cuando, hemos aprendido, que de esa fuente, en nosotros, no queda más que el deseo?. El Adviento es ese Tiempo de espera y esperanza, de que esa fuente vuelva a manar en nuestro corazón, porque del hontanar de Dios nos llegue el “Agua viva” que esperamos.
Ahora, que se nos pide estar atentos a los signos, para discernir sus pasos en nuestra historia personal y colectiva, se nos invita a orar para preparar el camino del encuentro. Las Escrituras Santas nos dan las palabras y los sentimientos del hombre que espera con los ojos abiertos y los oídos despiertos. Son tan sencillas y tan profundas… que el corazón las hace suyas en el momento que las dejamos entrar: “Ven, Señor”, “Venga tu Reino”, “Si vinieras ya…”, “Si bajaras…”, “Ojalá rasgases el cielo”, “¿Cuándo veré el rostro de Dios?”, “¿Dónde estás, Señor?”…
Para este tiempo, en el que las profecías que sostuvieron la esperanza de Israel, sobre todo de Isaías, marcarán los textos que se proclamen en nuestras iglesias, el comentario, que os ofreceré, serán unos pequeños pregones a la usanza de aquellos otros, que hace mas de cincuenta años, se hacían en nuestras calles y plaza, cuando algo de interés común ocurría en el pueblo.
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