Profecía de Isaías

Así dice el Señor: «Mirad, yo os envió a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar – dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca?

Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido.

Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Miqueas, el último de los profetas,
levanta la voz y grita;
Mirad, ya está ahí a quien buscáis;
entre tanto llegue a vosotros mirad a Juan
que, como Elías,
os llama a abandonar vuestros dioses,
idolatría y egolatría tienen por nombre
e impiden ver y acoger al que llega.

Elías defendió los derechos de Dios
devolviendo al pueblo la cordura,
Juan pedirá a este mismo pueblo que cambie
el corazón y se prepare
rescatando la verdad perdida en la ruptura
del amor recíproco,
entre la vida engendrada y recibida.

Fuego purificador,
lejía que arranca la mugre de todo lo que empapa.

 Juan y Elías,
llamada urgente a dejar lo que impide
el encuentro con el Señor que viene.