Del evangelio de san Mateo

En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? El contesto: Id a casa de Fulano y decidle: “El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”.
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? El respondió: Así es.

 

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Terrible cualquier traición.
Mezquina la pactada.
Si es por dinero la vileza es sin medida.
¿Cuánto dinero chorrea sangre y
envilece el mundo por el que rueda?.

El caso de Judas no tiene parangón.
Alguien que ha vivido en medio de la verdad
dónde la libertad y el respeto mutuo
han sido el clima
en el que ha crecido como amigo
de repente pacta
con quienes deberían ser sus enemigos
la muerte de Aquél
a quien ha seguido con entera libertad.

¿Qué puede suceder en el corazón de un hombre
para que la ponzoña biliosa del mal
lo trastorne arrojándole a la sima de la traición?
¿Cómo puede trocarse sin más
la percepción del bien y del mal?
¿Quién puede explicar que alguien
que ha fundamentado su vida en el amor
se transforme en colaborador del odio?
¿Enajenación?
¿Mezcla de decepción y de orgullo herido?

Contrasta el precio de la traición de Judas
con el precio del gesto de María de Betania.

Para Judas la vida de Jesús
se salda con treinta monedas
procedentes del arca de las ofrendas.
María unge los pies de Jesús
con un bálsamo cuyo precio
superaba el jornal de todo un año
de un trabajador por cuenta ajena.