Del profeta Jeremías 23, 5-8

 

El designio de Dios
es uno

aunque los caminos
que eligen los hombres
les lleven
a distanciarse de él.

Nacidos
para el amor unitivo
se instalan
en la Babel disgregadora
que debilita
la verdad de su humanidad
a cambio de recrecer
la soberbia
que siembra
en ellos
el Maligno.

Dispersados
por los cuatro vientos
errantes
sin hogar definitivo
nómadas
de sí mismos
sólo les cabía esperar
la voz de Aquel
de quien huyeron
para recuperar
las claves
del señorío primero
en el que fueron creados.

El don del amor
que les capacitaba
ser uno entre ellos y
sin dejar de ser ellos
unos con Dios.

Viva el Señor
-nuestra Justicia-
que sobre nosotros
derrama su aliento.
Viva el Señor
-nuestro Dios-
que nos mantiene
su fidelidad
perpetuamente
y su amor
es irrevocable.