Rica en dones, fresca como
las primeras lilas de marzo.

Activa, siempre activa, con ese punto
de preocupación por los otros
que no escapa a nadie, que habiendo
pasado por casa hubiera compartido
mesa y mantel.

De espíritu sencillo,  sin vanidad.
Feliz sin exigencias.
Sabedora de que lo mejor
estaba aún por llegar.

En toda etapa de su vida supo gozar
de las cosas más pequeñas,
no dando importancia a las
privaciones impuestas,
por las circunstancias.

Sin sombras,
sin hacer sombra a nadie,
feliz a la sombra de todos.

Positiva, muy positiva.

En las desgracias, silente,
con un alborozo comedido,
en los acontecimientos risueños,
dada a compartir su felicidad
con todos los que llegan a casa.

Siempre tenía dispuesto un mantel
y una conversación sencilla
en torno a un plato bien condimentado y
un vino fresco.

Cuando terminaba el día se quejaba
de estar cansada.
Una sonrisa disimulada
se nos escapaba.
¿Cómo no lo iba a estar
si en todo el día ha parado?