Y, entonces el amor se desbordó,
trayendo el espacio y el tiempo a la existencia.

Una fracción de eternidad,
que abarcara toda mi existencia,
hizo que cualquier sombra en mí
desapareciera.

La sed de vida que me perseguía
y abrumaba se vio colmada.

De mis adentros surgía un rumor,
hasta ese momento retenido,
del que emanaban olores indecibles
y colores infinitos.

El vacío que me carcomiese, dejó paso
a un futuro de vida sin ocaso.

Fue el momento de levantar la copa y
brindar por la felicidad, sin medida, que brotara

La historia se condensó en aquel instante.

Cientos de años parecieron tan livianos
como el aleteo de un colibrí,
tan fascinante y dulce como la miel al paladar.

El amor más grande,  no era correspondido,
la absoluta entrega era rechazada.

¿Cómo, después de esperar miles de años
el hombre dejaba pasar al Deseado?.

Hoy se cumple la promesa que el Padre nos hiciera
y nos sentamos a la Mesa
con el más amado de sus Hijo,
para compartir
su Cuerpo  destrozado y su Sangre derramada.