Adentrarse en la soledad,
con el interior callado
hace posible que el mundo
de las cosas comparta
su vida contigo.

La creación te hablará
de la belleza que,
como dice S. Juan de la Cruz,
nuestro Buen Dios
ha derramado sobre ellas y
experimentarás el gozo y la alegría,
viendo como todas las cosas
convergen en ti,
llenando tu corazón de hermosos
sentimientos,
suscitando en tus adentros
una paz sonora y la dicha de la felicidad.

La luz perlada de la lluvia,
el horizonte teñido de violeta,
el ágil correr de los gorriones…
te llevará a un mundo e ensueño
y te liberará de los agobios
producidos por el hacer necesario.

Viendo esta tarde volar a
dos cigüeñas
se me escapaba el alma por los ojos,
yéndose tras ellas,
mientras que en mi recuerdo
afloraban mis paseos vespertinos
en el monasterio de la Oliva.