Algo de mueve en nuestro mundo y
la libertad de conciencia pasa a ser
una realidad visible,
dejando a un lado lo llamado
“políticamente correcto”,
lo cual es motivo de una gran alegría.

Vance,  el vicepresidente de los Estados Unidos,
católico convencido, con su esposa,
ella no católica, y sus tres hijos,
con el más pequeño en brazos,
ha asistido hoy, Viernes Santo,
a la celebración litúrgica en el Vaticano. 

Cuando en la cultura de hoy,
poco menos que se abomina de lo religioso,
es de agradecer que alguien,
con un nivel alto en lo social y en la política,
exprese libremente su fe en Jesucristo
viviéndola sin complejos, en familia.

Es de notar la parcialidad de los medios
que, en la práctica, han omitido la noticia
mientras jalean otros asuntos
de corrupción o de faldas,
que un día sí y otro también nos sirven
con todo lujo de detalles.

Viene a ser como la martingala,
de la que estamos ahítos de oír,
que habla del cambio climático,
de la tierra que nos estamos cargando
cuando no han oído en su vida
cantar a un pájaro o ver crecer una flor.